El "Tratado Elemental de Física" de 1862, bajo la editorial de Carlos Bailly-Bailliere y la pluma del renombrado Adolphe Ganot, constituye una ventana al mundo de la física de su época, un puente entre el conocimiento ancestral y los cimientos de la física contemporánea. Esta obra se presenta como un compendio exhaustivo de la física experimental y aplicada, abarcando temas fundamentales como la mecánica, el calor, la electricidad, el magnetismo, la óptica, el sonido y la meteorología, trazando así el espectro completo del universo físico tal como se entendía en el siglo XIX.

Traducido al español por José Molau y meticulosamente revisado por J.M. Pérez, el tratado alcanza una nueva dimensión en su tercera edición española gracias a José Canalejas y Casas, quien lo enriquece aún más siguiendo la última edición francesa. Este detallado esfuerzo colaborativo asegura no solo la fidelidad al texto original sino también su adaptación y relevancia para el público hispanohablante.

Distinguida por su claridad pedagógica, la obra de Ganot no solo se dedica a explicar teorías y principios; se aventura más allá al incluir una extensa colección de problemas prácticos con soluciones detalladas. Este enfoque didáctico no solo fomenta la comprensión teórica sino que también invita al lector a participar activamente en el proceso de aprendizaje, aplicando y probando su entendimiento de los conceptos físicos.

La riqueza visual del tratado es otro de sus muchos atributos. Con más de 600 grabados en madera intercalados en el texto y una lámina iluminada, la edición de 1862 es una maravilla tanto educativa como estética. Estas ilustraciones no solo complementan la exposición teórica sino que también sirven como una herramienta esencial para la comprensión visual de fenómenos físicos complejos.

Refleja el compromiso de Ganot con la divulgación del conocimiento científico, demostrando que la física, lejos de ser una disciplina reservada a los eruditos, es un campo de estudio accesible y fascinante para todos. Su obra se erige como un testimonio del dinamismo del pensamiento científico de la época, una fuente de inspiración para estudiantes, educadores y aficionados a la ciencia por igual.

En última instancia, este tratado no es solo un recurso didáctico de inestimable valor sino también una pieza de colección digna de admiración. Representa un eslabón entre el pasado y el presente de la física, una obra que no solo educa sino que también encanta, invitando a cada lector a embarcarse en un viaje a través del tiempo y el espacio, a través de las páginas de la historia de la física.