Reglamento para el gobierno de Monte Pío, viudas y pupilos del Ministerio dentro y fuera de la corte: resuelto por Su Majestad en real cédula de 8 de septiembre de 1763. — En Madrid: en el despacho de Antonio Sanz, impresor del rey.

En el corazón del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, se gestó un documento que reflejaría no solo la sensibilidad social de una época sino también el compromiso de un monarca con el bienestar de sus súbditos más desfavorecidos. La "Real Cédula de 1763" emergió como un faro de esperanza, estableciendo un montepío destinado a amparar a las viudas y huérfanos de los funcionarios del reino, una iniciativa pionera en el ámbito de la protección social en España.

Una Visión de Protección y Solidaridad

Consciente de las limitaciones económicas que enfrentaban los servidores públicos y las precarias condiciones en las que quedaban sus familias tras su fallecimiento, Carlos III decidió tomar cartas en el asunto. Inspirándose en los montepíos militares, el monarca promulgó esta Real Cédula, un reglamento que no solo reconocía la valía y el sacrificio de los ministros, consejeros, fiscales y jueces, sino que también se comprometía a sostener a sus familias en momentos de adversidad.

Un Documento con Historia y Estilo

Publicado en la Oficina de Antonio Sanz en Madrid, este documento no solo es notable por su contenido sino también por su presentación. Encuadernado en piel de oveja moteada, con un lomo adornado con costillas y hierros dorados, y guardas de papel pintadas al agua, el ejemplar de 1763 es una obra de arte en sí misma. El escudo real, coloreado a mano y situado antes de la portada, añade un toque de distinción y solemnidad, reflejando el orgullo y la importancia de la cédula.

Un Ejemplar que Desafía el Tiempo

A pesar de las marcas del tiempo, el ejemplar se mantiene en un estado de conservación envidiable, con su encuadernación firme y el papel, grueso y blanco, testimonio de la calidad con la que fue impreso. Las rozaduras superficiales y los bordes desgastados no hacen sino añadir carácter a este documento histórico, un recordatorio tangible de la voluntad de un rey por cuidar de los suyos.

Un Legado de Compasión

La "Real Cédula de Carlos III" de 1763 es mucho más que un documento legal; es una expresión de la compasión y el compromiso de un monarca con el bienestar de su pueblo. A través de sus páginas, Carlos III no solo estableció un sistema de protección para las familias de los funcionarios públicos, sino que también dejó un legado de solidaridad y responsabilidad social que resonaría a través de los siglos. Este reglamento es un recordatorio poderoso de cómo, incluso en tiempos de monarquías y reinos, la preocupación por el prójimo puede dar forma a políticas que transforman vidas y fortalecen la estructura social de una nación.